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Foto del escritorLucio Gutierrez

Pantallas: regular sin demonizar (¡ni asustar a los más pequeños por favor!)

Ha habido cierta tendencia reciente a hablar de los mil males de las pantallas, de daño cerebral, de aumento de violencia, de equivalencias a las drogodependencias.


¡Una bomba de dopamina! (el neutrotransmisor de moda)


¿No es también jugar a la pinta? ¿un buen partido de futbol? ¿Anticipar los dulces de la piñata? ¿Un abrazo bien dado y el enamoramiento?


Es cierto, las pantallas tienen características bien especiales: son sumamente inmersivas, generan una experiencia emocional intensa, explotan el circuito atencional de un modo que siempre pide un poco más, y quita interés por el mundo alrededor. Pero también nos abren a un mundo increíblemente diverso, lleno de arte, ciencia, cultura y entretención (y harta basura también, pero dejemos eso de lado por ahora).


Recuerdo así el viejo principio de la prudencia.





Son algo que convendría no tratar naturalizadamente (ej. llegar y pasar el Ipad en "automatico") pero tampoco demonizar como si fuesen un arma de destrucción masiva del cerebro infantil.


Veamos algunos comentarios de autoridades en la materia:


Asociación Americana de Psicología: No sobre-reacciones (la tecnología es parte importante del mundo moderno), enseña su uso a los niños, usa tu criterio, protege el tiempo antes de acostarse, pon atención a lo que hacen online, enseña buenos comportamientos online, discute los sitios que visitas, cultiva amigos en la vida "real", aprende más sobre el tema (Digital Guidelines: Promoting Healthy Technology Use for Children, www.apa.org)


Asociación Americana de Pediatría: Aunque ha habido mucha esperanza respecto del potencial educacional de los medios interactivos para los niños pequeños, junto a miedos acerca de su sobreuso durante este período crucial de rápido desarrollo cerebral, la investigación en esta área aún es limitada. (Media and Young Minds, 2016)


Royal College of Pediatrics and Child Health: la evidencia respecto de los efectos del uso de pantalla es débil y no debe sobreenfatizarse. El orden de magnitud de los efectos (esto quiere decir que si es que afecta, cuanto afecta) es además pobre en los asuntos centrales de salud. Muchos de los efectos negativos tienen que ver con lo que se deja de hacer por estar en pantallas, no con efectos directos de su uso.


Efectos del tiempo en pantalla para la salud y bienestar de niños y adolescentes: se examinaron 13 estudios en la materia, sólo 1 de ellos de alta calidad. Se encontró débil evidencia de asociaciones entre tiempo en pantalla y problemas de conducta, ansiedad, hiperactividad, desatención, menoscabo en el bienestar general, enfermedad cardiovascular, logros educacionales o desarrollo cognitivo. Se encontraron asociaciones de mayor fuerza (hay efectos que pueden observarse) en relación con mayor adiposidad, dieta poco saludable, síntomas depresivos y calidad de vida. (Stiglic & VIner, 2019)


Me parece que el asunto de las pantallas, mas que guiarse por una pauta rígida, debe abordarse como un asunto de crianza. Pensar en cómo se incorporan (o no) en la vida familiar, de qué modo se integran los distintos miembros de la familia en su uso, que lugar ocupan en la vida personal de los niños y jóvenes, qué estamos dejando de lado al usarlas y también qué ganamos al hacerlo. Son todas estas cuestiones que enriquecen la discusión y la llevan mucho mas allá que una demonización que puede terminar asustando a los chicos y privándolos de herramientas valiosas para el futuro.



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