Los padres se quejan por el tiempo que los niños pasan en las pantallas, pero ellos también están descontentos. Ven adultos hiperconectados. Experto lo llama "crianza distraída".
Paulina Sepúlveda G. 16 de mayo del 2016 / 01:17 Hrs
Se pueden encontrar en plazas. En los pasillos de los malls. También en muchas casas. Son padres que juegan con sus hijos mirando de vez en cuando su celular o que caminan con ellos escribiendo mensajes.
Esas escenas corresponden a una crianza distraída, según lo define Lucio Gutiérrez , psicoanalista y doctor en psicoterapia de la Universidad Católica. “Idea que aglutina alteraciones y efectos nocivos para la crianza derivados del uso y sobreuso de la tecnología”, aclara.
Eso incluye, dice Gutiérrez, el impacto de los videojuegos en la crianza, la ansiedad en padres e hijos ante la desconexión de las redes sociales y la compulsión a mantenerse atento a los movimientos de las redes sociales, entre otros.
Los gadgets son parte relevante de la vida actual. Y el uso excesivo también incluye a muchos padres. Comportamiento que para muchos no resulta indiferente. Muchos padres, indica Gutiérrez, tienden a identificar como problemáticos los usos de las tecnologías de los niños y jóvenes, sobretodo cuando éstos presentan dificultades en el medio escolar (problemas de conducta y bajo rendimiento por ejemplo).
Suelen preocuparse también cuando muestran problemas en sus relaciones sociales (aislamiento o conductas disruptivas para la familia). “En esos casos se tiende a culpar a los dispositivos virtuales. Dicen los papás que el niño pasa demasiado tiempo conectado o el joven pasa todo el día jugando con la consola. Pero el acento está mal puesto”.
Para el especialista es allí donde se visibiliza un problema. Ello porque la causa de éste tiende a ponerse en la tecnología o en el niño o joven que la usa. “Parece que a los padres, en general, se les hace más difícil reconocer como su propio uso y sobreuso de estas tecnologías puede tener consecuencias directas e indirectas para la crianza de sus hijos”, aclara Gutiérrez.
Pendientes del smartphone
Para muchos padres ya es un hábito el mantenerse continua y compulsivamente pendientes del smartphone, indica el experto. “Un reciente catastro realizado en Estados Unidos señala que el 69% de los padres encuestados revisa su celular por lo menos cada una hora y la mitad de ellos reconoce la urgencia de responder de inmediato a los mensajes online”.
No obstante, la gran mayoría de estos padres no lo identifican como una situación que interfiera en la relación con sus hijos, dice, ni mucho menos que sea una potencial fuente de dificultades para los niños y jóvenes.
¿Es un problema? “Nuestra experiencia clínica y la incipiente evidencia empírica sugieren que sí lo es, y que si se desarrolla como pauta estable tiene consecuencias específicas para el desarrollo social, cognitivo y emocional”.
Los niños no son indiferentes y manifiestan su molestia. Ellos reconocen la pérdida de conexión con sus padres. “Van a manifestar su malestar cuando y cómo puedan hacerlo, de acuerdo a sus posibilidades y desarrollo”, dice. Así si se trata de un niño en infancia temprana puede que no diga explícitamente “mamá mírame y deja el celular”, pese a que algunos sí son así de claros, indica el especialista. Generalmente pueden hacer una pataleta, mostrarse ansiosos e irritables, o tener conductas agresivas.
Ignorados
Si el sobreuso es una pauta estable, se ven niños que parecen no importarles que sus padres estén a su lado pendientes de otra cosa. “Han aprendido a que no les importe si son o no son reconocidos”, dice Gutiérrez.
La pediatra Jenny Radesky, del Centro Médico de la U. de Boston estudió la interacción entre padres e hijos en restaurantes de comida rápida y comprobó que 70% de los adultos usa sus teléfonos durante la comida. Eso llevaba a que cuando el niño les hablaba los padres tendían a responder de manera mecánica o retardada. De acuerdo con el estudio, el 54% de los niños piensan que sus padres revisan sus dispositivos con demasiada frecuencia. Y 32% dicen que se sienten “sin importancia” cuando sus padres se distraen con sus teléfonos.
“Si los padres reconocen en ellos una dificultad para dejar de lado el smartphone al estar con sus hijos, la primera recomendación sería tomarse en serio dicha dificultad y establecer el tiempo para estar con los niños o jóvenes libre de tecnologías”, agrega Gutiérrez.
Los espacios de encuentro familiar, como las comidas, dice, pueden empobrecerse enormemente al estar conectados intentando estar en dos lugares a la vez. “En ese sentido, el ejemplo lo dan los padres. Medidas prácticas puede ser comprometerse a apagar los celulares o liberarse de compromisos que demanden la atención a los dispositivos durante el tiempo con los hijos. Pero lo más importante es hacerse la pregunta de por qué me cuesta tanto desconectarme, dónde está sucediendo lo que me importa y si hay algo en mí que me esté llevando a eludir el encuentro aquí y ahora con mis hijos”, dice.
Entrevista para Tendencias La Tercera
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